Desde que estoy involucrada con los niños y niñas en el ámbito de la educación, siempre tuve una inquietud en buscar otra forma de enseñar, ya que nuestros niños y niñas tiene muy poco tiempo de jugar y divertirse y la mayor parte del día se la pasan en una mesa llenando fichas.
Y cuando conocí otra manera de enseñar y que además defiende el juego cómo estrategia de aprendizaje...me quedé aquí.
Pienso que los niños y niñas vienen al jardín a aprender jugando, a relacionarse con los demás, a resolver conflictos, gestionar emociones y a amar la naturaleza, nosotros estamos para guiarlos en cada paso ya que cada uno de ellos es de suma importancia.

Los mejores recuerdos que tengo de mi educación son: los recreos, los viajes y los momentos de compartir con los amigos, pero tengo pocos recuerdos agradables de las clases en sí. Lo cual me llevó a pensar y buscar estrategias para una mejor forma de enseñanza en la cual los estudiantes deberían aprender por autodescubrimiento; en contacto directo con las cosas y disfrutando de aprender en libertad.

Sin darme cuenta, en el colegio me encontraba imaginando que daba las clases en vez de escucharlas. Así que, al salir del colegio, supe que tenía que volver a otro. Siempre he sabido que la docencia no se trata de pararte al frente y hablar: hay que ensuciarse, transformarse, escuchar y sobre todo querer. Estoy convencida que esa es la única manera de aprender.

Terminé mi carrera y cuando se suponía que ya estaba todo concluido me dí cuenta que no encajaba con lo que en realidad quería hacer y fuí a visitar a mis amigos de marcará REAFIRMANDO LO QUE EN EL FONDO YA SABÍA ese era el lugar donde quería estar EMPEZAMOS LA AVENTURA JUNTO CON MI FAMILIA
Encontré lo que quiero para mí y para mis hijos una EDUCACIÓN RESPETUOSA, pues cuando se ignora la existencia de lo superior, nos limitamos a vivir bajo la sombra de lo ilusorio.
La educación es enseñar al niño a pensar, utilizar la inteligencia del cerebro con la del corazón para poder aplicarla en la vida y así trasformar.

Los mejores recuerdos que tengo de mi educación son: los recreos, los viajes y los momentos de compartir con los amigos, pero tengo pocos recuerdos agradables de las clases en sí. Lo cual me llevó a pensar y buscar estrategias para una mejor forma de enseñanza en la cual los estudiantes deberían aprender por autodescubrimiento; en contacto directo con las cosas y disfrutando de aprender en libertad.

Un día soleado luego de un maravilloso almuerzo nació la idea de crear una escuela....un calor llenó de alegría mi corazón y la primera pregunta que nació en mi fue: ¿Qué es lo primero que necesita un niño para ser feliz y saludable?
Cariño.
Tuve la certeza que podía entregar el cariño de madre a otros niños y no sólo a mis hijos.
Y así aprendí a hacer magia en lo cotidiano para que no falten los recursos materiales, nutricionales, humanos y espirituales en la escuela. Y desde entocnes esa es mi labor.

Tengo buenos y malos recuerdos sobre la educación… Los mejores recuerdos son los paseos por el campo los fines de semana, pasar tiempo con los animales, ordeñar la vaca para hacer el queso... y la trasquilada de ovejas que era el momento en el que me conectaba con la naturaleza misma. Todo esto siempre en comunidad y maravillosas noches de fogata.
Del colegio no tengo muy buenos recuerdos…traumáticos y sobre todo miedo.
Pero creo que siempre son los niños los que me devuelven la sonrisa y eso me llevó a la escuela Apu Tuspin, dónde me acogieron con mucho cariño y tuve la oportunidad de sanar esas experiencias con trabajo y amor. Para mi los niños son todo, son mi fuerza, mi esperanza, mi corazón. Mi servicio es como apoyarles a vivir en libertad conectados con la naturaleza misma.